The Killing 2.09 – Los planes de Rosie

Aviso de spoilers.

Será que estoy realmente enamorada de «The Killing» o que la serie es simplemente buenísima, pero es que el episodio noveno de la segunda temporada me ha encantado y me ha parecido otro capitulazo en toda regla y tengo la sensación de que esta temporada está siendo aún mejor que la primera entrega. Puede gustar o no, para gustos ya sabemos pero cómo está escrita, dirigida, e interpretada es de una calidad, para mí, indiscutible. Y ese uso de la música, y esa fotografía… Realmente buenos.

En fin, si el octavo episodio dejaba el desenlace muy encaminado hacia mi teoría, parece que este la refrenda un poco más pero seguro que nos sorprenden. Al menos tengo esa esperanza, de llevarme un sorpresón al final aunque a lo mejor el sorpresón me lo he llevado ya con algo que pensé mientras veía el episodio ayer mismo a cuenta de una conversación telefónica de la que en breve hablaré.

Como la investigación es lo más jugoso de «The Killing» sin desmerecer al resto, aunque la parte política sea lo que cojea (pero está por una razón), empiezo justo por esta. Richmond (Billy Campbell) se reúne con Nicole Jackson (Claudia Ferri), la jefa india, que le ofrece apoyarle en las elecciones (que son en cuatro días) si acepta su proyecto de construir un museo de la cultura india en el muelle y hace de todo el territorio indio una zona libre de impuestos, es decir, no aplicarlos a cualquier cosa que se construya (reclacando eso de cualquier cosa). Darren, a quien la jefa no le cae nada bien, nada de extrañar, tira su última oportunidad de ganar las elecciones por la borda rechazando la propuesta de Jackson.

El desastre electoral lo huelen todos y en un acto ya desesperado Gwen (Kristin Lehman) se reúne con el alcalde Adams (Tom Butler) para decirle que su padre puede ayudarle a llegar al puesto de senador (o congresista, no recuerdo exactamente) que quiere si se olvida de la alcaldía. Él hace oídos sordos y Gwen contraataca diciéndole que cuando él pasaba muchas horas en su casa cuando trabajaba junto a su padre recuerda una vez que tenía catorce años… Vaya que Gwen le acusa directamente de ¿abusos? Y él le contesta que si piensa que su padre no lo sabía. ¿Y esto qué tiene que ver? O contarnos algo sobre Gwen o bien darnos una pista de que al alcalde le gustaban y probablemente le sigan gustando, las menores de edad.

Una de las cosas que más me ha gustado del episodio es la parte de los Larsen (¿he dicho ya que soy muy fan?). Mientras Stan (Brent Sexton) intenta seguir trabajando, un mensaje en su contestador le indica que su hijo mayor Tommy (Evan Bird) se ha metido en problemas en el colegio. Stan va a hablar con sus profesoras y le cuentan que ha matado a un pájaro y a sus crías. Para Stan eso no es crueldad sino lo que le pasó a su hija. Cuando se lleva a Tom y a Denny (Seth Isaac Johnson) a casa, recrimina y discute con el primero que dice que odia a Rosie porque no era lo que parecía sino lo que dicen en su colegio y que odia a Stan, que le acaba dando un bofetón y decirle que a él tampoco le gusta y que se amolde a las circunstancias. Una dura escena que después se arregla cuando Tom llora porque echa de menos a su hermana y Denny casi también porque ambos niños piensan que todos les abandonan y que su padre será el siguiente. Stan vuelve a sacar la cara a Mitch (Michelle Forbes) cuando sus hijos preguntan que por qué se fue y les promete que no irá a ninguna parte.

Por su parte, Mitch, a quien han robado el dinero y las tarjetas pero a quien el depósito de gasolina del coche no ha dejado tirada todavía, va a ver al verdader padre de Rosie (Katie Findlay), David Rainer (Jonathan Cake), aunque cuando él le pregunta al final de su conversación si la chica es suya, Mitch responde que no mintiéndole (porque ¿para qué decirle en su carta no enviada que Rosie era suya entonces?), que es de Stan. Gracias a la conversación que ambos mantienen Mitch y nosotros como espectadores nos enteramos de los planes de Rosie de huir sin ni siquiera graduarse a California y desaparecer así sin más. David le habla a Mitch como si Rosie estuviera viva, no sabe que ha muerto y Mitch no le corrige en ningún momento.

Y, diez días después de abandonar su hogar, la señora Larsen llama a Stan. Y le habla de secretos, y le pregunta que por qué Rosie no había hablado casi nada con ellos en los últimos meses y finalmente pregunta por sus hijos. Stan, parco en palabras, le dice que los chicos están bien y le pregunta cómo está ella, pero Mitch no responde y Stan decide poner fin a la conversación. Antes he dicho que ante Tommy y Denny, como ya hizo frente a Terry (Jamie Anne Allman) y frente a sus suegros, Stan saca la cara a Mitch pero creo que esta conversación telefónica puede deparar más un desencuentro final que un encuentro. Y, podría ser muy comprensible por una parte… y aunque lo haya pensado ya, esta sería mi gran sorpresa final, que Stan no aceptase a Mitch de nuevo por dejarle solo con el «marrón», por huir sin pensar en él.

Y, llego ya a la investigación. Sarah (Mireille Enos) y Stephen (Joel Kinnaman) siguen dispuestos a romper las reglas. El teniente Gil Sloane (Brian Markinson), quien tendió la trampa a Holder con la foto falsa de Richmond, les lleva a encontrar las pruebas del caso Larsen que se han llevado de comisaría y que no han aparecido en la oficina del condado donde se supone que iban a ir. Holder se acuerda de un almacén donde ayudó a Sloane a llevar sus cosas cuando su mujer le echó de casa y bingo, allí está la llave que ambos detectives buscaban, la del piso número diez del casino.

Allí van pero la chica que le contó a Sarah lo de esa planta no aparece por lo que ella decide entrar. Holder la ayuda entrando y haciendo que la seguridad del lugar se fije en él para dar entrada libre a su compañera que llega al décimo piso, el piso en obras. Encuentra un balcón y ya imagina a qué subió Rose Larsen allí la noche en la que la mataron, para despedirse de la ciudad (por las vistas de ella que hay desde el balcón). Sarah se imagina lo que pudo pasar mientras Stephen vigila desde el coche y le manda que salga pero ella da con una tarjeta nada más y nada menos que de la alcaldía e intenta cogerla pero alguien la golpea.

¡Qué tensión! ¡Qué escena final! ¿Una tarjeta de la alcaldía? ¿Qué vio Rosie en la habitación de al lado del balcón? o ¿a quién vio?

Me mantengo en mi teoría aunque puedo pensar cosas truculentas como que la pobre Rosie vio un lío amoroso que no debería y la mataron por ello aunque, me inclino más por los negocios turbios entre la jefa y el alcalde. En cuatro episodios lo sabremos porque, aunque me pese, el caso de Rosie LArsen está llegando a su fin y un giro como el de la primera temporada viendo a dónd eha llegado la historia sería impensable.

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